Dedos, cerebro y corazón
Crítica. Adrián Iaies. El domingo empezó a grabar en vivo su tercer CD sólo con piano: tango, rock nacional y clásicos del jazz.
- 18.01.2011 | Por Marcos Mayer Especial Para Clarín
El recital –que logró convocar a figuras tan enfrentadas como Beatriz Sarlo y Horacio Verbitsky- estuvo dividido en dos partes bastante distintas. No sólo porque Iaies pasara de una remera blanca a una negra, lo cual dio lugar a una divertida acotación sobre cierto destino obligatorio a repetir gestos de Mirtha Legrand. La primera parte, que se abrió con un tema propio, Esa foto del blue smoke –con lejanos aires de chacarera-, siguió con un set dedicado a Juan Carlos Cobián. En su versión de La casita de mis viejos , Los mareados y Nieblas del Riachuelo , Iaies demostró que esa búsqueda –iniciada desde sus primeros trabajos- de realizar un abordaje jazzístico del tango ha alcanzado un muy interesante punto de madurez. Esos temas, tantas veces transitados, recuperaron la vieja frescura, pudieron transmitir nuevas cosas, que de eso se trata básicamente el jazz. Esa primera parte se cerró con otro tema clásico sometido a un intenso trabajo de recreación, Desde el alma , el vals de Rosita Melo.
El segundo tramo anduvo por otros rumbos. Desde su admirado Thelonius Monk, a quien considera -mitad en broma, mitad en serio- como el más ortodoxo de los tangueros y que puede considerarse su mentor ideológico, Iaies hizo una conmovedora versión de Serenata para la tierra de uno , de M. E. Walsh, un abordaje altamente concentrado de Balderrama , la zamba de Leguizamón y Castilla y Emily , el clásico de Johnny Mandel, donde apareció un homenaje a otra de sus inspiraciones, Bill Evans.
Para el bis, no muy demorado, por cierto, Iaies recorrió un viejo tema jasídico que le cantaba su abuela siendo niño, como para que el sello de esa noche destinada a quedar grabada fuera aún más personal.
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